"La soledad se admira y desea cuando no se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente".
Carmen Martín Gaite (1925-2000) Novelista española
Sirva este primer post para abordar un tema que, se presenta tan complejo como profundo, necesitará seguramente varias entregas, en la medida en que avanzamos en su análisis.
Ya en este blog hemos hablado sobre el efecto de ilusión o espejismo que logra provocar en el ser humano (usuario) el uso de la tecnología de la información y la comunicación, y en algún momento hemos dibujado a lo largo de varios post los efectos y las consecuencias de la nueva convivencia con las redes sociales digitales
Pero hoy, y luego de tener la visita en Tenerife de Julio Gilbert Quero, presidente y fundador de la Asociación Iberoamericana de Bancos de Tiempo, también fundador y miembro de la Junta Directiva del Instituto de Moneda Social, con sede en Barcelona. Y uno de los mayores expertos mundiales en Bancos de Tiempo y monedas sociales y colaborativas. Durante su charla "El futuro de los Bancos de Tiempo y monedas sociales" volvió a aparecer un tema que puede considerarse una Pandemia para todo el mundo, y que involucra a los usuarios y la tecnología.
La soledad no es un asunto de "abuelos"
Los resultados del estudio de 40dB. para El País desvela que los menores de 25 años se sienten más solos que los mayores de 65. Aducen falta de recursos económicos y dedican más horas al día a redes sociales y foros de internet como Reddit.
Estos datos mencionados por Gilbert, como la radiografía de un perfil diferente que se siente profundamente solo, nos hacen evidenciar una nueva emergencia social, que puede equipararse a la del Cambio Climático, la crisis del sistema democrático occidental, o los conflictos bélicos mundiales, por el riesgo que representa para nuestra calidad de vida.
Hablamos de que un 33,9% de chic@s menores de 24 años se sienten solos, de ellos principalmente las mujeres sufren más esta soledad, y el factor económico es determinante en su intensidad.
Hasta ahora, el discurso de nuestras sociedades ha apuntado hacia la otra parte de la tabla, hacia los adultos mayores. Tanto medios de comunicación, como instituciones públicas y privadas han puesto la lupa sobre la soledad no deseada y la edad avanzada.
Así lo recopila Marta Rodríguez Martín, Enfermera del HGTP. Hospital Germans Trias i Pujol en su estudio sobre la soledad en el anciano, publicado en Gerokomos vol.20 no.4 Barcelona dic. 2009.
En este estudio, Rodríguez Martín señala "La vejez es una etapa de la vida en la que suceden una serie de pérdidas que facilitan la aparición del sentimiento de soledad". Entre otras definiciones, Martínez escogió la propuesta de V. Madoz (1998), que describe la soledad como el "convencimiento apesadumbrado de estar excluido, de no tener acceso a ese mundo de interacciones, siendo una condición de malestar emocional que surge cuando una persona se siente incomprendida o rechazada por otros o carece de compañía para las actividades deseadas, tanto físicas como intelectuales o para lograr intimidad emocional".
Atina Rodríguez Martín en distinguir dos tipos de soledad, ya que "la soledad no siempre es un sentimiento negativo, por lo que podemos hablar de soledad objetiva y soledad subjetiva" (Bermejo en Rodríguez Martínez, 2008).
"La primera hace referencia a la falta de compañía, donde según el estudio realizado por CIS-IMSERSO (Diciembre, 2000), el 14% de las personas mayores que residen en sus domicilios manifiesta soledad y no siempre implica una vivencia desagradable para el individuo, ya que puede ser una experiencia buscada y enriquecedora, aunque la mayoría de estas personas, según los resultados, se ha visto obligadas a ello. La soledad subjetiva, por otra parte, la padecen las personas que se sienten solas. Es un sentimiento doloroso y temido por un gran número de personas mayores, nunca es una situación buscada."
En el estudio de 40dB este porcentaje desciende un poco, al 12,9% de adultos mayores de 64 años que se sienten solos. En gran medida, por el efecto de las políticas públicas que se han implementado en los últimos 23 años, aunque sigue siendo un drama, en especial por las limitaciones de movilidad que pueden empeorar la soledad de estas personas.
"Yo no soy mi abuelita viendo Sálvame"
El problema de la soledad en los jóvenes implica una característica que le agraba, y es la no percepción de esta soledad como un problema.
Mientras para los mayores es evidente, y muy visible, esa condición de malestar emocional por estar desatendido o carecer de compañía para las actividades deseadas, para los jóvenes esta realidad está velada.
El espejismo y la ilusión de compañía que provocan las redes sociales digitales, y la tecnología multimedia, hacen creer al joven que está perfectamente integrado, que cuenta con cientos de miles de amigos, que puede influenciar a otros a su alrededor, y por ende pertenece a una comunidad de forma activa. Mientras define la soledad de sus "abuelos" como seres solitarios que se encuentran sentados delante de la pantalla del televisor viendo programas del corazón y hablándole a la pantalla.
Pero la realidad, es que no hay mucha diferencia entre el adulto mayor que se sienta delante del televisor, y el joven que está delante de la pantalla del móvil casi todo el día. El comportamiento, el aislamiento, la pérdida de habilidades sociales, y ese "convencimiento apesadumbrado de estar excluido, de no tener acceso a ese mundo de interacciones" que define Madoz (1998) está presente de la misma forma en ambos sujetos.
No hay mucha diferencia entre estas soledades, y su efecto, pero sí en la forma y estrategias para su abordaje. De los cuales hablaremos en otro post.
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