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Sobre la infoxicación y la era digital

Imagen generada por Inteligencia Artificial: playground.com


La huída no ha llevado a nadie a ningún sitio. 

Antoine de Saint-Exupéry


El nivel de saturación de la información actual presente en redes sociales, aplicaciones y páginas de la Web, es imposible de digerir para un ser humano promedio. Los que seguimos el tema de la virtualización de la comunicación social, la era digital y el salto de la experiencia humana de la comunicación gracias a la tecnología, hemos hecho un seguimiento, año tras año, de como ha impactado el desbordamiento de información a través de los canales digitales.

Ya son 11 años desde que en este blog se escribió un post sobre la relación de los usuarios, las redes sociales y la información que consumen, en él hablábamos sobre como las empresas y productores de información en estos medios digitales olvidaban que detrás de las pantallas hay personas.  

Esta realidad no ha cambiado, y sumado a que, como mencionamos en otro post, "Al final la comunidad digital se parece más a una jungla de miles de seres produciendo sus propios sonidos, o un hospital psiquiátrico, donde cada uno lleva su voz y no escucha al de al lado". (Expósito S, 2019), lo que ocurre es una indigestión de información en los usuarios.

¿Cómo enfrenta el usuario esta realidad para no tener indigestión?

Ya los teóricos de la comunicación vinculados a la escuela de los Estudios Culturales tomaron del mundo de la Psicología un concepto que ha servido para entender como el hombre actual enfrenta la saturación de información a la que se encuentra sometido.

Se trata de un mecanismo de defensa natural con que cuenta el hombre, el "umbral de percepción", y que funciona tal cual como pasa con ciertos aparatos cuando reciben o no reciben una señal. 

El umbral podríamos definirlo como ese espacio en el que se percibe una señal, dato, información. Para que ciertos mecanismos se activen, es necesaria que exista una mínima señal, y para que ciertos mecanismos se inactiven, es necesario que la señal llegue a un tope máximo que admite el mismo mecanismo.

Así pues, emulando a los aparatos, el hombre se maneja frente a la información activando un mecanismo natural de umbral de percepción, en el que recibe o inhibe información dependiendo de sus intereses.

Estos conceptos, asumidos por los teóricos de la comunicación, tienen sus orígenes en los trabajos sobre la sensación y los sentidos, del médico y psicólogo Ernst Heinrich Weber (1795 - 1878), no confundir con el economista, sociólogo, jurista e historiador Maximilian Karl Emil Weber (1864 - 1920). 

Aplicados a la comunicación, estos conocimientos nos permiten comprender por qué, un hombre o mujer promedio es capaz de eliminar una cantidad importante de correos electrónicos de su bandeja de entrada sin nisiquiera abrirlos, y prestar atención sólo en aquellos que, el asunto o el remitente le sean familiares, de relevancia o interés. 

Estos procesos de selección de información para ser consumida son tan automáticos y rutinarios para nuestro cerebro, que, en la actualidad, pasan a ser de segundo plano, porque el cerebro necesita centrar su atención en cosas más importantes.

Esta teoría sobre el umbral de la percepción de la información en el consumidor es reconocida y estudiada (o por lo menos debería serlo) en el mundo de la Publicidad y el Mercadeo, ya que muchas de las campañas digitales deben tenerla en cuenta, para garantizar su efectividad. 

El umbral funciona como una represa, pero se desborda

El problema es que este mecanismo automatizado por nuestra mente, y que funciona casi a la perfección, era manejable cuando teníamos sólo una cuenta de correo en una plataforma, y recibíamos unos cientos o miles de correos al día. Pero la realidad, es que la cantidad de información que una persona promedio puede recibir en una jornada de vigilia es muy superior en la actualidad.

La primera solución del hombre, muy válida y simple, como siempre, es tender a solicitar, consumir y producir información en estos medios digitales mucho más corta, específica, y directa.

Pero con esta solución, como con casi cualquier decisión en la vida humana que implique compresión o síntesis de contenido, hay pérdida de calidad. Tal cual pasa con los videos, los audios, etc...

En esta pérdida, se elimina la argumentación y la posibilidad del análisis, el diálogo y la ejemplificación, y se utilizan fórmulas repetitivas, que han sido probadas con éxito. 

Nadie pensaría leer en Internet una receta que comience con cuatro o cinco párrafos del cocinero explicando la calidad del agua, y de las legumbres, y como afectan al resultado del plato. 

El mensaje, mientras más corto, más directo, y resumido, mejor consumido.

El problema es que esta solución, aunque es la más utilizada actualmente, tampoco ha salvado al hombre de la indigestión por el puchero de la información. 

Margot Rot, filósofa y escritora, especializada en teoría y crítica cultural, en su libro Infoxicación: Identidad, afectos y memoria; o sobre la mutación tecnocultural (2023), nos menciona un concepto que se está poniendo de moda en los años recientes, y que corresponde casi al diagnóstico de una patología, estamos sufiendo de infoxicación.

La infoxicación viene siendo la intoxicación del ser humano por la información, sobreinformación, y desinformación. 

De las redes sociales que son tendencia actualmente, TikTok es tal vez la que mejor nos podría servir para evidenciar los síntomas y las consecuencias de la infoxicación. 

Para un hombre/mujer promedio actual que tenga en su umbral de percepción un filtro aplicado para sólo consumir información sobre dietas, gimnasios y mundo del estado físico óptimo (fitness), y que decida consumir contenido corto (videos en TikTok, mini post en sitios especializados) sería imposible cumplir todas las recomendaciones, tareas y sugerencias que se le hacen, lo que genera una sensación inmediatamente contraria al objetivo de la persona al querer recibir la información, desmotivándola, deprimiéndola, y produciendo que abandone la necesidad de recibir la información.

Esto va aún más allá. Como la cantidad de información que fluye por los medios digitales, y que se suma a los tradicionales, es ya tan pesada, que podríamos compararla con un Océano de miles de millones de datos, el hombre frente a esta masa de datos se siente como si estuviera, frente a frente, a un tsunami que se le viene encima, paralizándolo. 

Ante esta parálisis por una amenaza, es muy posible que el hombre responda, recurriendo a dos  de sus instintos primarios, huir o luchar (respuesta de estrés agudo, Walter Bradford Cannon, 1915). 

La tendencia, inevitablemente, es una mayor cantidad de personas que, voluntaria o inconcientemente, deciden optar por la desconexión del consumo de información digital para evitar la amenaza. Esta decisión no quiere decir que decidan abandonar el uso de las herramientas digitales, sino que deciden no consumir contenido presentado por estas vías, y usarlas de forma más resolutoria para otras necesidades (revisar la cuenta bancaria, divertirse, estudiar o trabajar).

En este post:

Margot Rot, 2023. Infoxicación: Identidad, afectos y memoria; o sobre la mutación tecnocultural.

La capacidad sensitiva viene definida por umbrales de percepción

Añaños, Elena y otros, 2008. Psicología y Comunicación Publicitaria

 


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