En el proceso de la comunicación humana es imposible separar la condición del compromiso. Como bien lo reseña O`sullivan (1996) "Yo soy yo y mi circunstancia. Esta frase de José Ortega y Gasset, en las Meditaciones del Quijote, es la esencia existencial de aquel pensamiento que define la comunicación como el encuentro de un organismo con su entorno", en este encuentro se parte de un compromiso inicial, del sujeto con vida, y su deseo de conocer lo que le rodea.
Este acuerdo se va complejizando con el paso del tiempo y el proceso de socialización en el núcleo humano, lo primero que se debe acordar y pactar en la comunicación es el código, y de él, su elemento más visible es el lenguaje. Es este primer acuerdo lo suficientemente esencial para poder signar toda la comunicación en la vida del ser humano.
Acordar las reglas (código) de la comunicación lo hace el niño cuando repite alguna expresión materna o paterna y percibe, como respuesta, un gesto de aprobación, normalmente lo suficientemente grandilocuente y teatral, así como primitivo e instintivo (aplausos, risas). Luego de este proceso inicial en los primeros años de vida del ser humano, el acuerdo y el compromiso sobre elementos más conceptuales se irá complejizando aún más. Como lo define Schramm (1965) "en un determinado momento del proceso de comunicación, el mensaje es meramente tinta sobre un papel (como en el caso de un libro impreso), o una serie de condensaciones y rarefacciones en el ambiente (como en el caso de la palabra hablada), o puede ser el mensaje una onda de luz reflejada (como en la comunicación del cine)" sobre los cuales también suceden acuerdos y compromisos para poder recibir y traducir el mensaje.
Este compromiso va más allá, el ser humano depende y requiere comprometerse, como un paso de afirmación para recibir los mensajes, confrontarlos con su experiencia, y poder decidir si redimensionar su circunstancia (recordemos a Gasset) o mantenerla inamovible, pese al mensaje (percepción selectiva).
Está más que estudiado, en especial por las diferentes escuelas de comunicación de Estados Unidos y Alemania, como el mensaje y el ejercicio de la persuasión del emisor juega un papel decisivo en el compromiso de las personas con las ideas y decisiones sobre política.
El proceso de compromiso requiere de un tiempo y espacio común, y este tiempo y espacio ha mutado radicalmente en este siglo XXI. Durante su presentación de la revista Comunicación y Hombre. (2017, nº 14) El compromiso en Comunicación y Humanidades del siglo XXI, la doctora Daniela Musicco Nombela deja muy claro el desafío al que se enfrenta la comunicación en esta era: "En nuestra sociedad, abierta a las relaciones, como diría Jacques Philippe en La liberté interieure (2004), como en un supermercado en el que todo está disponible, a nuestro alcance y proliferan los productos de usar y tirar, es difícil lograr un Compromiso."
Por más que nos empeñemos en transformar y adaptar el compromiso a un moderno anglicismo, el engagement, seguirá siendo un hito muy difícil, a veces frustrante, de alcanzar. Porque se quiere lograr en un tiempo y espacio que, como diría Z. Bauman, es cada vez más líquido. Y porque, en especial, no se puede perder el foco de que el compromiso o acuerdo, si está definido desde la comunicación humana, involucra, necesariamente, a las personas.
Musicco, N. Daniela. (2017). El compromiso en Comunicación y Humanidades del siglo XXI. En: Comunicación y Hombre. Número 14. Año 2017. Madrid, España.
Sgramm, Wilbur. (1965) La Ciencia de la Comunicación Humana. Ediciones CIESPAL. Quito, Ecuador.
Comentarios
Publicar un comentario