"Las sociedades siempre han sido moldeadas más por la índole de los medios con que se comunican los hombres que por el contenido mismo de la comunicación. El alfabeto, por ejemplo, es una tecnología que el niño muy pequeño absorbe de un modo totalmente inconsciente, por ósmosis, digamos. Las palabras y el significado de las palabras predisponen al niño a pensar y a actuar automáticamente de una cierta manera. El alfabeto y la tecnología de la impresión han promovido y estimulado un proceso de fragmentación, un proceso de especialización y de separación."
Marshall McLuhan (1969), El Medio es el Mensaje: un inventario de efectos. Ed. Paidos.
(Traducción de León Mirlas).
Comenzamos con todo, lo hacemos con una acertada contextualización que nos acercó en 1969 el investigador Marshall McLuhan sobre el mensaje y los contenidos de los medios de comunicación social. Vamos a intentar acercar el objetivo de McLuhan en una proyección unos 56 años más adelante del momento en que decidió evaluar cómo los medios eléctricos estaban cambiando la forma en que se establecian las relaciones humanas a través de la comunicación, y este cambio sucede desde lo más íntimo y personal, hasta cada rincón de la vida social.
La IA oculta los pequeños detalles
"El viejo entrenamiento para la observación se ha vuelto totalmente irrelevante en estos nuevos tiempos, porque se basa en reacciones y conceptos psicológicos condicionados por la tecnología anterior: la mecanización." Marshall McLuhan (1969).
La visión de McLuhan está vigente en nuestros tiempos de Inteligencia Artificial, el viejo entrenamiento de la observación en los pequeños pasos de los procesos, esos detalles y matices que pueden justificar un camino u otro, se encuentran totalmente ocultos para el ojo humano, quedan ocultos en el procesamiento matemático-computacional de la Inteligencia Artificial, quien decide el camino a seguir para la toma de decisiones, y centra la atención del usuario en la reacción y la complejidad del concepto abstracto del logro con poco esfuerzo, dejando atrás la complejidad de la dedicación, la observación y el aprendizaje sistemático de los procesos, a través del ensayo y el error.
Pagas una suscripción mensual para ahorrarte tiempo, y también te ahorras frustración, pero en ese proceso de ahorro, pierdes un valor añadido de la experiencia de la experimentación, que es fracasar y aprender del fracaso.
La IA visibiliza de forma inmediata lo privado
No reside en la Inteligencia Artificial este peso, pero bebe de esa fuente, ya que tenemos años analizando cómo se ha normalizado la exposición de eventos, momentos, situaciones, que antes correspondían al entorno privado del ser. Y que por ende, le permitían decidir qué mostrar, y qué ocultar, en un juego de transiciones que le garantizaban diversos espacios, con distintos niveles de tranquilidad-seguridad/angustia-ansiedad, que el ser humano podía ecualizar a su gusto, pero que ahora, con la inmediatez de la exposición, de todo aquello que comparte en la era digital, le es técnicamente imposible detener, más si es figura de lo Público.
Desde la lesión de un jugador de fútbol vinculada con su vida privada, hasta las razones de una operación, de un tratamiento médico, o el último video de un amigo llorando porque le dejó su pareja, todo está al alcance de un clic.
La Inteligencia Artificial aprende de estas fuentes, y logra gestionar decisiones y caminos para manejar este nuevo tipo de mensaje, y modelar nuestro comportamiento frente a él.
La IA sustituye al referente humano
Ese compañero de la Universidad que se esfuerza y destaca por ser brillante, ese amigo del trabajo que nos da una mano cuando nos quedamos trabados, ese miembro de la familia que estudió una carrera que nadie sabía para qué servía, hasta que le necesitamos, ese señor en la calle que nos decía "sigue recto, dobla dos esquinas, y allí está", a todos ellos está realmente sustituyendo la Inteligencia Artificial, que más que robando trabajos, nos está sustituyendo como referentes humanos.
Eso nos expone a un nuevo escenario, como el que analizó McLuhan en su momento, y a cómo reaccionamos como animales y seres de este Planeta frente a ese nuevo espacio, que paradójicamente hemos creado nosotros mismos. La tendencia es evidente, continuamos hacia el aislamiento del individuo.
Si ya era una tendencia con la era digital, la Inteligencia Artificial no es más que un catalizador para aumentar el efecto del aparente "no necesitar del otro" para vivir. Y esto es muy peligroso. Porque refuerza pensamientos egocéntricos y egoistas, aumenta los espacios de vacío para el florecimiento de enfermedades de la psique, y lo más peligroso, nos oculta al otro y sus intenciones.
CONTINUARÁ...

Comentarios
Publicar un comentario