Imagen creada con DALL-E 3
Hoy estaba pensando sobre nuestra tendencia a volvernos esclavos de las mismas herramientas que creamos. Pareciera que de verdad Las Moiras están por allí marcando el hado de las personas, y a nuestra humanidad del Siglo XXI le tocó empujar, una vez más, la pesada piedra de sus propias invenciones.
Hemos luchado, desde que el hombre es hombre y pisa la tierra, por una palabra que no termina de ser concreta y támpoco tangible, ese concepto marvilloso de la Libertad, que va un poco inspirado en tener la la propia voluntad para decidir justamente lo que parecía signado, ese futuro.
Pero, irónicamente, llegamos a 2024 y estamos prisioneros de un área, que es mucho menor que cualquier prisión, y que adicionalmente, no existe. Nuestra celda está formada por píxeles, y en el mejor de los casos nos jactamos de enseñar lo bueno que son nuestros barrotes.
Creamos una herramienta para que nos fuera útil, y hoy somos esclavos de lo que inventamos, y no es algo que nos esté sucediendo por primera vez, ya nos pasó con la imprenta, con las máquinas industriales, con la electricidad, con el cine, con la televisión, y ahora nos encontramos recluidos en este campo digital.
Pareciera que hay en nosotros cierto vicio culposo de volvernos adictos, y a la vez víctimas, de las mismas cosas que somos capaces de crear.
Es una reflexión que me permito, porque es mi principal fuente de trabajo, entretenimiento, vida y comodidad, estoy inmerso en ella, pero no dejo de ser consciente de que es una herramienta, yo la controlo y decido cómo usarla. No decide ella mi futuro, ni lo que debo creer o pensar.