El francés Émile Durkheim, uno de los padres de la
sociología, dio los primeros pasos para diferenciar el tipo de solidaridad en
sociedades tradicionales y modernas, indicando que la primera (mecánica) surge
cuando la individualidad de los actores es disminuida, y la segunda aparece por
la naturaleza (orgánica) entendiendo las “particularidades” de las diferentes
individualidades de la sociedad.
Posterior a Durkheim han sido por cientos la cantidad de
investigadores sociales que se han dedicado a estudiar el por qué y para qué las
personas nos interconectamos, más allá del concepto de sociedad.
Existen dos formas de analizar la conformación de las redes
sociales, desde la individualidad y desde la totalidad. En la primera se toma
en cuenta al individuo en distintos espacios de interacción, y en la segunda se
estudian todos los nodos posibles de conexión.
Así podemos concluir que las redes sociales NO son un
fenómeno nuevo, su naturaleza y origen no dependen de la tecnología, aunque su
desarrollo esté vinculado a ella.
El objetivo de toda red social es la interacción. El ¿por
qué y para qué? de la interacción tiene infinidad de respuestas que aún están
en estudio. La más interesante es la posibilidad que tiene el individuo, actor
social, de definirse frente a su contexto y su realidad, con respecto a sus
iguales. Así el integrante de una red busca definirse constantemente ante cada “reto
social” que determina el contexto, y que lo expone a mostrarse y compararse
ante los otros. El definirse hace que el individuo asuma como suyas
valoraciones, conceptos, ideas que le son “aceptables”, y con ellas se acerca
más a otros que también las asumen.
De una u otra forma el concepto de red social visto así
podría parecerse al de una manada, en el que varias familias conviven por
proximidad. Estableciendo normas que les amalgama y define más.
Otra de las razones para interactuar es el aprender. La red
social enseña por la misma vía que expone el contexto y su realidad, y la reacción
de los comunes al individuo frente a ella.
La Tecnología es un servicio
Con el desarrollo de la tecnología y su uso para facilitar
la interacción se ha llevado a pensar a los investigadores sociales a que la
red social es un artilugio tecnológico, y que por ejemplo “Facebook es una red
social”.
Imaginamos que para una parte de los trabajadores de
Facebook a lo mejor lo sea. Pero Facebook, como Twitter, Youtube, Instagram y
otras no son más que servicios.
Plataformas pensadas desde el aprovechamiento de la
tecnología para el desarrollo de redes sociales que las usan.
De por si Facebook no es una red social, y esto es
importante entenderlo si se quiere ser protagonista y aprovechar al máximo el
uso de estos recursos. Hay que tener un objetivo claro que va más allá de
aprovechar el beneficio tecnológico.
El recurso es sólo una forma para construir red, lo que
importa es la interacción, y qué provecho va a obtener el individuo de ella.
Es importante destacar que se dice individuo, y no empresa.
De allí que a las empresas le cueste tanto sacar provecho a estos servicios. Es
por ello que vemos fenómenos como los Youtubers triunfar rápidamente (el
provecho de la red social los hace destacar) frente a empresas que fracasan con
sus perfiles a diario.
Las empresas deben evaluar de otra forma sus estrategias,
pensando en red, frente a esta realidad.
Aunque estas ideas se prestan para una publicación más
extensa, quise dejarlas muy por encima en este artículo para entender la
diferencia entre una red social y un servicio para redes sociales.
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