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El hombre, el caos y el conocimiento: Aproximaciones a las Teorías del Caos

Foto de Ray Bilcliff


Está usted sentado en una mesa adornada con un hermoso y blanco mantel sobre el que se dispone una suerte de manjares listos para ser disfrutados por su familia. De pronto le pica ligeramente la pantorrilla, un picor ligero y pequeño, pero que debe ser atendido, inclina su torso para rascarse, y este pequeño y sutil movimiento inicia una reacción en cadena que comienza por la tensión del mantel y termina por todos los alimentos regados y mezclados sobre la mesa. Vamos, su picor se ha cargado la comida en familia.

Así como su picor se cargó el asado de más de 6 horas que hizo para sus seres queridos, un único individuo decidió comerse un animal medio cocido a unos 12000 kilómetros de distancia de usted, y hoy, 2 años después, un pequeño virus ha cruzado la frontera entre su hábitat y el nuestro, y ha provocado 553.512.328 de casos positivos, (sí, la cifra que lee), y más de 6.3 millones de muertes entre nosotros, habitantes de este Planeta.

Efecto mariposa

Estamos ante la presencia de una de las primeras premisas de las Teorías del Caos, el "efecto mariposa", este fenómeno ya descrito en 1952 por un novelista, Ray Bradbury en su historia A sound like thunder, donde una simple mariposa y su suerte lo cambia todo en el mundo. Fue ampliamente explicada por el matemático y meteorólogo estadounidense Edward Norton Lorenz, quien se cansó de tratar de dar orden matemático a unas condiciones meteorológicas, que de ordenadas, tenían muy poco. 

Lorenz nunca hizo una afirmación del efecto mariposa, más bien en 1972 durante un encuentro de la American Association for the Advancement of Science, presentó la idea en forma de pregunta para iniciar sus reflexiones: Predictability; Does the Flap of a Butterfly's wings in Brazil Set Off a Tornado in Texas?

Tuvieron que pasar 15 años, en 1987, para que Lorenz y sus primeras ideas sobre un caos que debía ser estudiado, tomaran verdadero valor para la comunidad científica. 

El estudio del caos, y su incidencia en nuestra forma determinista de hacer las Ciencias han bañado todos los conocimientos de los que puede presumir la humanidad en los últimos 30 años. 

¿Se puede determinar el caos?

Si bien pensábamos (erradamente) que el Método Científico y la innovación técnica nos daban una aparente ventaja evolutiva en los estudios de la comprensión del mundo que nos rodea, frente a lo que nuestros antiguos Griegos y Romanos habían estudiado. La verdad es que, ante el caos, estábamos exactamente en la misma posición que nuestros predecesores. Podíamos estudiar la ocurrencia de las cosas, pero no la precisión de los motivos que las originaban. 

"La imposibilidad de ejercer este control está relacionada con la imposibilidad de predecirlo, aunque no necesariamente: podemos predecir un eclipse, pero no podemos controlar su ocurrencia o no ocurrencia." Cazau, (1995).    

El belga de origen ruso, Ilya Prigonine, Premio Nobel de Química (1977) por sus trabajos sobre termodinámica de sistemas que no están en equilibrio, es considerado el padre de los estudios de las teorías del caos, en sus reflexiones "sostiene que la realidad es una mezcla, de desorden y orden, y que el universo funciona de tal modo que del caos nacen nuevas estructuras, llamadas estructuras disipativas." Cazau, (1995).

Todo bajo control... del caos.

Del lat. chaos, y este del griego χάος cháos; propiamente 'abertura', 'agujero'.

1. m. Estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos.

2. m. Confusión, desorden.

3. m. Fís. y Mat. Comportamiento aparentemente errático e impredecible de algunos sistemas dinámicos deterministas con gran sensibilidad a las condiciones iniciales. Diccionario de la lengua española, (2022),

El caos y el mal han estado asociados desde que el hombre ha sido capaz de nombrarles en sus producciones culturales, su punto de encuentro parece ser ese umbral de oscuridad que rodea a ambos. Es la frontera autoimpuesta, como un Ecuador, entre ese cómodo lugar lleno de armonía que es controlado por nuestra mente y el sombrío bosque lleno de ruidos y neblina.

Aunque para la literatura fantástica esta relación ha resultado fenomenal, y es la base de todo relato épico. Pudiera ser que en la más pura ciencia, ni el caos sea tan malo, ni la armonía tan buena. 

Lo que hace que el hombre considere al caos un mal, es la incapacidad de este para poder predecirlo. De allí que, los malvados en las historias de aventura siempre sean caóticos, o tiendan al caos, y por más que intenten organizar sus planes, fracasen rotundamente ante la armonía de los protagonistas.  

Para los griegos antiguos el universo, y todo lo que lo constituye, está correctamente ensamblado, este es el resumen de un concepto bastante complejo que se define como la armonía, y está asociado con la belleza. Y es la base del pensamiento científico determinista, que afirma que aquello que no es predecible es producto de nuestra ignorancia y no de un proceso azaroso e incontrolable.

Normalmente, a sus ojos ya existían esos sucesos caóticos, pero que para su entendimiento eran producto del capricho de los Dioses, seres responsables y con el poder suficiente para que en ese universo armonioso se presentase el caos, en forma descomunal. De allí, que se hiciera todo lo humanamente posible para lograr apaciguar, agradar y tener el favor de los Dioses, y evitar, así, su ira.

El caos, pareciera tener mucho más control de lo que pensamos sobre todo lo que nos rodea, y desde nuestros orígenes. 

Que no lo veas, no significa que no exista

Para los griegos antiguos fue muy fácil atribuirle al temperamento de los Dioses todo aquello que suponía un salto en el correcto y armonioso fluir del universo. Como cuando temblaba, erupcionaba un volcán, o no florecía una cosecha. Todo era culpa de esos seres poderosos y temperamentales.

El pueblo occidental actual no tiene esa facilidad para atribuirle a un Dios, que se ha empeñado desde antes de la Edad Media, en definirlo como un ser justo, una serie de comportamientos caprichosos.

¿Y si Dios fuera caótico? 

Pero si ese caos divino no fuera caprichoso, sino una suerte de eventos ocasionales, desafortunados, descontrolados y fortuitos. Tan fortuitos que ni el propio Dios, pese a su plenitud de poderes, pudiera controlarlos. 

No, no pudiéramos vivir en un mundo así.

Necesitamos el orden, por nuestra salud.

La primera línea de acción de nuestra batalla del orden contra el caos, la confrontan nuestros psicólogos y psiquiatras, entendiendo como el caos puede afectar a nuestra mente, emociones, y cuerpo.

Desde allí, hacen lo propio médicos, matemáticos, arquitectos e ingenieros, químicos, físicos... Todos buscando poner algo de luz al caos. 

Todos, humanos, respondiendo a la necesidad de su principal órgano. El cerebro. 

Nuestra mente (que no tiene muy precisada su ubicación) la solemos vincular con el órgano que pareciera ser el ejecutor de sus deseos, el cerebro. Este último puede dar pista de por qué deseamos desaparecer al caos. Y es que, en su naturaleza química y física, el cerebro trabaja enfrentando al caos, y reconstruyendo en armonía alrededor de este.

"El salto del caos al orden se produce en el cerebro por la aparición de estímulos externos, aunque sean débiles, procedentes de alguna región cerebral. Las neuronas aprovechan la ocasión para trabajar en equipo y recuperar la información perdida en el caos y el ruido". Blue Brain Communication, (2019)

Esta funcionalidad física y química de nuestro cerebro pudiera estar vinculada con nuestras experiencias oníricas, como lo plantea el investigador  Fosshage (2000) que afirma que la actividad mental del sueño, tiene la función fundamental (como en vigilia) de procesar información.

Así, podríamos decir, que hasta cuando dormimos, tratamos de luchar contra el caos. De allí que sea la característica más fundamental de nuestros archienemigos imaginarios.

Sin los sueños, es muy probable que la mente no tuviera la capacidad para sobrellevar el estrés de la realidad y el caos que le rodea.

Preferimos el control absoluto, a la salvaje libertad del caos.

Pensemos en el hombre, su mente y su cuerpo como su propio prisionero y carcelero, al mismo tiempo. No lo he inventado yo, ya lo adelantaba Aristóteles. 

Ante el estrés del caos, el hombre elige el control, que le permite estar cómodo frente al futuro. Y desde allí va fijando reglas que asume para vivir en armonía. "Si como bien, no fumo, no bebo, y duermo como debe ser, tendré una vida plena"...¡ Sorpresa!, no necesariamente.

Existe un sin fin de condiciones y elementos, desde muy pequeños hasta enormes, que podrían darle la vuelta por completo a la afirmación anterior, y que no necesariamente deben ser conocidas o controladas por el hombre, para que ocurran. Es más, sería absolutamente inasumible el costo que supondría para nuestra inteligencia actual tratar de controlar todas estas variables, y aún más, predecirlas.

"Pareciera que hay algo allí afuera, lo escucho pero no lo veo, lo siento pero no está allí, puedo imaginarlo pero no comprenderlo, y me mataría de miedo descubrir que es real".


En este artículo: 

Cazau, Pablo. (1995) La teoría del caos. Buenos Aires, Argentina. Enlace

Our World in Data (2022) Coronavirus Pandemic (COVID-19). https://ourworldindata.org/coronavirus

Bradbury, Ray (1952) A Sound of Thunder en R is for Rocket, New York. 

Fernández, T, Tamaro, E. (2004) Biografia de Ilya Prigonine. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica. Barcelona, España. https://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/prigogine.htm

Real Academia Española (2022) Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.5 en línea]. <https://dle.rae.es> 

M. Nolte, M. Reimann1, J. G. King, H. Markram, E. Muller. (2019) Cortical reliability amidst noise and chaos,  Nature Communications, https://doi.org/10.1038/s41467-019-11633-8

Méndez, J. y de Iceta, M. (2002) La teoría de los sueños. Parte I: una revisión bibliográfica. En: Revista Internacional de Psicoanálisis Aperturas. Nº 012 2002 http://www.aperturas.org/articulo.php?articulo=217

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